NUEVO MITO O CÓMO USAR UN CUENTO CHINO.

     Los mitos eran herramientas de comunicación y galvanización de ideas o pensamientos. Antaño eran de uso común, la falta de unos medios de comunicación veloces y el analfabetismo del pueblo común, convertía esos mecanismos en imprescindibles para hacer llegar nuevas ideas, hacerlas comprensibles y fijarlas en las mentes del vulgo.

     Mensajes cómo “ayuda al necesitado”, “avaricia igual a perdición”, “acoger al arrepentido”, “es lícito luchar por el bien común”, etc…, formaban parte de un ideario común al que se le daba forma de esta manera. Los mitos eran el sistema utilizado para moldear la civilización de la que somos parte.

      Siempre he creído, de forma ingenua, que los mitos ya formaban parte del pasado. Una sociedad hiperconectada, hiperinformada debería haber podido superar un sistema de formación arcaico. Cuál ha sido mi estupor al comprobar que el ser humano digital de nuestro milenio, sigue comportándose cómo sus antecesores “analfabetos”. Los “millennials”, también llamados “milénicos”, siempre conectados, con las huellas dactilares borradas de tanto pasarlas sobre una pantalla, son capaces de mantener las baterías de sus móviles al borde del agotamiento de tanto usarlos, pero son incapaces de utilizar el sistema de computación más potente que ha creado la naturaleza, el cerebro humano.

     El “millennial” parece sólo reaccionar a sus instintos animales primarios, cómo no puede ser de otra forma. El ser humano es un animal, racional, pero animal al fin y al cabo. Satisface las necesidades que cree más perentorias, comer, beber, excretar, y ahora también, consumir información. Este consumo se ha convertido en una necesidad cuasi fisiológica para el humano superconectado. Consumir cualquier producto informativo, sea el que sea, pero eso sí, que necesite el mínimo esfuerzo para ser utilizado. Son productos de uso rápido. Unas ideas pasadas por la batidora y administradas cómo el potito a un bebe, sin grumos ni trocitos. Unas ideas que sean de fácil y rápida deglución, que no necesiten ser masticadas para poder engullirlas. Esas ideas se administran además en un envase atractivo, una terminal digital de última generación que te hace sentir más moderno, más avanzado, más “a la última”.

      Ese es el mecanismo que se utiliza hoy día para fijar unas ideas, transportadas por los nuevos mitos, en las mentes holgazanas y casi disfuncionales de la “generación Y”.

      Ideas en forma de cuentos chinos cómo: “todos somos iguales, pero si el jefe se salta las normas da lo mismo”, “hay que proteger la naturaleza, pero la naturaleza es sólo un constructo del patriarcado”, “los pilares de la civilización occidental son prescindibles, pero quiero sentir mis derechos sustentados por esos pilares”, “hay que decir la verdad, pero si alguien miente no pasa nada”; son sólo algunas de las que van calando poquillo a poco en unas mentes robotizadas que no son capaces de romper  el corsé que les impide pensar de forma libre.

 

    Usen su cerebro, nadie puede prohibírselo.


Cicerón el Escéptico



 

 

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